La reciente decisión de la empresa israelí Navitas Petroleum de avanzar en la explotación del yacimiento petrolero Sea Lion, en asociación con la británica Rockhopper Exploration, reavivó la tensión diplomática en torno a las Islas Malvinas. El proyecto, que prevé inversiones superiores a los 2.000 millones de dólares y una producción estimada de 55.000 barriles diarios, se desarrollará en aguas cuya soberanía es reclamada por la Argentina y administrada de facto por el Reino Unido.

La reacción del gobierno argentino no se hizo esperar. A través de la Cancillería, Buenos Aires presentó una protesta formal, calificando la explotación como ilegal e ilegítima por realizarse en una zona marítima en disputa y sin autorización nacional. Además, recordó que este tipo de iniciativas contravienen resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que instan a ambas partes a abstenerse de adoptar decisiones unilaterales mientras persista la controversia.

En respuesta, el canciller israelí Gideon Sa’ar emitió un comunicado en el que subrayó que Navitas Petroleum es una empresa privada y que el Estado de Israel no está involucrado en el proyecto. "Lamentamos el malestar que esta situación ha generado en la Argentina", expresó Sa’ar, quien además ratificó el carácter estratégico de la relación bilateral con el gobierno de Javier Milei. El funcionario israelí también instó a que la disputa entre Argentina y el Reino Unido se resuelva mediante el diálogo y por medios pacíficos, en línea con el lenguaje diplomático internacional.

Por su parte, el Reino Unido reafirmó el derecho a la autodeterminación de los habitantes de las islas, una postura que no es reconocida ni por Argentina ni por la ONU. El primer ministro británico, Keir Starmer, reiteró el compromiso de su país con los isleños y destacó la importancia estratégica de las Malvinas para el Reino Unido.

El episodio puso de relieve la centralidad de la cuestión Malvinas en la política exterior argentina y evidenció cómo los proyectos energéticos en la zona continúan generando repercusiones internacionales. Analistas consideran que la aclaración pública de Israel permitió encauzar el episodio dentro de los márgenes habituales de la diplomacia, evitando una escalada en el conflicto bilateral. Mientras tanto, Argentina mantiene su protesta y reafirma su voluntad de utilizar todas las herramientas diplomáticas y legales a su alcance para desalentar este tipo de actividades en la zona en disputa.