La inminente reunión entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof genera gran expectativa en el escenario político bonaerense, a pocas semanas de las elecciones legislativas del 26 de octubre. El gobernador bonaerense solicitó formalmente visitar a la expresidenta, quien cumple prisión domiciliaria en su residencia de San José 1111, en la ciudad de Buenos Aires, a la espera de la autorización judicial necesaria para concretar el encuentro.

Este acercamiento, el primero desde la condena de CFK y la victoria peronista en las elecciones provinciales del 7 de septiembre, es interpretado como un gesto clave para blindar la unidad del peronismo en un contexto de tensiones internas. La foto conjunta entre ambos líderes es vista como un mensaje de cohesión hacia el electorado y un desafío a la administración de Javier Milei, que enfrenta una caída en su imagen y divisiones en la oposición.

Durante las últimas semanas, Kicillof y el primer candidato a diputado de Fuerza Patria, Jorge Taiana, han intensificado sus actividades en el conurbano bonaerense, acompañados por intendentes y referentes locales. En estos actos, se ha hecho hincapié en la importancia de la unidad y la defensa de los intereses del pueblo trabajador, en contraste con el modelo propuesto por el oficialismo nacional.

Sin embargo, la interna peronista no está exenta de tensiones. Sectores duros del kirchnerismo han manifestado su incomodidad por la falta de gestos de Kicillof hacia CFK, mientras que otros dirigentes destacan el liderazgo del gobernador tras el triunfo electoral. La discusión por la presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense y la confección de listas legislativas reflejan la puja de poder dentro del espacio.

El encuentro entre Kicillof y Cristina Kirchner también se produce en un contexto de negociaciones económicas a nivel nacional y denuncias contra opositores, como el pedido de remoción de José Luis Espert de la Comisión de Presupuesto. En este escenario, el peronismo bonaerense busca consolidar su posición como principal fuerza opositora y enviar una señal de fortaleza de cara a los comicios de octubre.

La reunión, aún sin fecha confirmada, podría marcar un punto de inflexión en la interna peronista y definir el rumbo del espacio en los próximos años, con la mirada puesta en la gobernabilidad y la proyección política de sus principales figuras.