El déficit de cuenta corriente de Argentina alcanzó los USD 5.191 millones en el primer trimestre de 2025, según datos oficiales del INDEC, lo que representa un fuerte contraste con el superávit de USD 176 millones registrado en el mismo período del año anterior. Este deterioro en la balanza de pagos ha generado preocupación entre analistas y actores del mercado, quienes advierten sobre la sostenibilidad de la recuperación económica y la estabilidad del tipo de cambio.

El principal factor detrás del déficit fue el saldo negativo en la balanza de servicios, especialmente por el turismo, que arrojó un déficit de USD 3.464 millones. A esto se suma una caída del 60% en el superávit comercial respecto al año anterior, mientras que la cuenta financiera mostró un ingreso neto de capitales de USD 7.229 millones, impulsado por endeudamiento y uso de activos externos. Esta dependencia de flujos de capital para financiar el déficit plantea dudas sobre la capacidad del país para sostener el equilibrio externo en el mediano plazo, especialmente en un contexto de acceso restringido a los mercados internacionales de crédito.

El gobierno, encabezado por el ministro de Economía Luis Caputo, defendió el déficit como "absolutamente razonable y hasta sano" para una economía que crece al 6%. Caputo argumentó que el desequilibrio es consecuencia de una mayor inversión y recomposición de capital en un país que estaba "totalmente descapitalizado". Además, destacó que el déficit actual es financiado por el sector privado y no por el sector público, gracias al superávit fiscal alcanzado en los últimos meses.

Sin embargo, economistas independientes advierten que la tendencia es preocupante. Martín Polo, jefe de Estrategia de Cohen Aliados Financieros, señaló que el déficit es una "luz amarilla" y que, de no corregirse, podría escalar a niveles similares a los que precedieron la crisis cambiaria de 2018. El atraso cambiario, evidenciado por la apreciación del peso y el encarecimiento relativo de Argentina en dólares, es señalado como uno de los principales factores que estimulan la demanda de importaciones y viajes al exterior, exacerbando el desequilibrio externo.

El gobierno apuesta a que el crecimiento de las exportaciones en sectores como la agricultura, la energía y la minería permitirá revertir la tendencia en los próximos años. No obstante, la caída de los precios internacionales de los commodities y la persistente demanda de dólares para importaciones y turismo plantean desafíos adicionales. El debate sobre la política cambiaria y la necesidad de una mayor flexibilidad en el mercado de cambios continúa siendo central en la agenda económica argentina.

De cara al futuro, la evolución de la cuenta corriente dependerá de la capacidad del gobierno para impulsar las exportaciones, acumular reservas y negociar con organismos internacionales como el FMI. Mientras tanto, la combinación de un peso apreciado, aumento de la deuda externa y déficit en la cuenta corriente mantiene en alerta a los mercados y a los analistas sobre la estabilidad macroeconómica del país.