La disputa por la herencia de Beatriz Sarlo, una de las intelectuales más influyentes de la Argentina, ha escalado a los tribunales y al debate público. A seis meses de su fallecimiento, el encargado del edificio donde residía en Caballito, Melanio Alberto Meza López, se presentó ante la Justicia con dos notas manuscritas que, según afirma, le otorgan la propiedad del departamento y la custodia de la gata Nini, mascota de la última pareja de Sarlo, el cineasta Rafael Filippelli.

La autenticidad de estos documentos, fechados en junio y agosto de 2024, será determinada por una pericia caligráfica en el Juzgado Civil 91, a cargo del juez Carlos Hugo Goggi. Mientras tanto, el exmarido de Sarlo, Alberto Sato Kotani, y su círculo íntimo, conformado por amigos y la albacea de la obra, Sylvia Saítta, impulsan la creación de un fideicomiso cultural con los bienes de la autora. Sin embargo, la Justicia ha excluido a Sato como heredero, una decisión que fue apelada y que mantiene en vilo el destino del patrimonio.

El caso se ha complejizado con la aparición en venta de parte del patrimonio de Sarlo, como su valiosa colección de discos, lo que generó denuncias y preocupación entre sus allegados. "La evidencia de esa venta de parte del patrimonio de Beatriz nos ha mostrado la importancia de hacer pública nuestra posición ante la situación. Todavía confiamos en que la Cámara revea la decisión del juez y reponga a Sato como heredero", expresaron en un comunicado.

Por su parte, Meza López sostiene que su reclamo es legítimo y que cuidará a la gata Nini "de por vida". La biblioteca y el archivo personal de Sarlo fueron confiados a Saítta, cumpliendo el deseo de la autora de preservar su legado intelectual en una institución académica.

La resolución judicial será clave: si se invalida el testamento presentado por Meza López y Sato no es reconocido como heredero, la ciudad de Buenos Aires podría convertirse en beneficiaria del resto del patrimonio, ante la ausencia de herederos colaterales. El caso, que involucra aspectos legales, familiares y culturales, sigue abierto y bajo la atenta mirada de la opinión pública y la comunidad cultural argentina.