Argentina vive una campaña triguera sin precedentes, con estimaciones que sitúan la producción nacional de trigo entre 27,1 y 27,7 millones de toneladas, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). Este volumen representa un récord histórico, impulsado por una mayor superficie sembrada y condiciones climáticas favorables en las principales regiones productoras del país.

No obstante, el entusiasmo por el volumen cosechado se ve matizado por la preocupación en torno a la calidad del grano. Los primeros análisis difundidos por la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario revelan que el 66% del trigo corresponde a Grado 2, con un promedio de proteína de 9,6%, inferior al estándar habitual requerido para la exportación. El peso hectolítrico promedio se ubicó en 79,4 kilogramos por hectolitro, y solo el 28,3% de las muestras alcanzó Grado 1. "La información fue recopilada, analizada y difundida en los tiempos que el mercado exige, facilitando a todos los eslabones de la cadena agroindustrial el acceso a datos clave en el momento preciso", destacó Gonzalo Almeyda, presidente de la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario.

Expertos del sector, como Fernando Rivara, presidente de la Federación de Acopiadores, consideran que la calidad no es mala para exportar, aunque reconocen que el bajo nivel de proteína puede complicar la colocación internacional. Enrique Erize, director de la consultora Nóvitas, advirtió que el promedio de proteína está por debajo del 10%, cuando los compromisos de exportación suelen requerir al menos 10,5%.

En el plano económico, los productores enfrentan precios internacionales históricamente bajos, con el trigo pagándose alrededor de 165 dólares por tonelada, lejos de los valores esperados. Carlos Etchepare, periodista especializado en agro, subrayó que "estamos frente a un récord productivo, pero con beneficios muy escasos para los productores", debido a la sobreoferta global, la falta de infraestructura y la incertidumbre política y económica. La reciente reducción de retenciones impulsó el registro de exportaciones, pero los beneficios se concentraron principalmente en el Estado, mientras que los productores recibieron solo una parte del ingreso generado.

El desafío ahora es colocar más de 20 millones de toneladas en el mercado internacional, compitiendo con países como Australia, que también reporta una cosecha abundante y ventajas logísticas. El sector agroindustrial argentino se enfrenta así a una campaña histórica en volumen, pero con retos significativos en calidad, precios y logística, que definirán el impacto real de este récord en la economía nacional.