La Confederación General del Trabajo (CGT) se encuentra en el centro de una profunda crisis interna mientras se aproxima la fecha para la renovación de sus autoridades, prevista para noviembre de 2025. La tradicional central obrera argentina enfrenta una inédita fragmentación, con divisiones que se han agudizado tras la condena judicial a Cristina Kirchner y el avance de las políticas laborales del gobierno de Javier Milei.

En los últimos meses, los principales referentes del triunvirato que conduce la CGT, Héctor Daer y Carlos Acuña, anunciaron que no buscarán renovar sus cargos, lo que ha generado una virtual acefalía y acelerado las negociaciones entre los distintos sectores sindicales. "Todo el mundo sabe que cuando anuncias que te vas, perdiste el poder", reconoció un histórico dirigente consultado por Tiempoar, mientras otros advierten sobre la posibilidad de adelantar el congreso para evitar un vacío de conducción.

El debate central gira en torno a la estructura de la futura conducción: mientras algunos proponen mantener el esquema colegiado del triunvirato, otros, como Juan Carlos Schmid (CATT) y Luis Barrionuevo (gastronómicos), insisten en la necesidad de un único secretario general. "La CGT precisa un solo jefe", afirmó Schmid, reflejando el deseo de varios sectores de superar las tensiones que históricamente han dificultado la toma de decisiones.

Entre los posibles candidatos a liderar la central se mencionan a Abel Furlán (UOM), Jorge Sola (Seguro) y Maia Volcovinsky (UEJN), aunque la falta de consenso y la diversidad de intereses dificultan la definición. El sector del transporte y la UOM han exigido la convocatoria urgente de un Comité Central Confederal para definir un plan de acción frente al contexto político y económico.

La condena a Cristina Kirchner profundizó las diferencias internas. Mientras la CGT emitió un comunicado denunciando "persecución política" y alertando sobre riesgos institucionales, sectores más afines al kirchnerismo reclamaron un paro general y movilizaciones, postura que no fue acompañada por la conducción actual. "Tiene que haber una gran marcha para acompañarla a Tribunales", sostuvo Sergio Palazzo (Bancarios), mientras Pablo Moyano (Camioneros) llamó a la unidad del movimiento obrero.

El gobierno de Milei y la agenda de reforma laboral han sido otro factor de tensión. Analistas y dirigentes coinciden en que la CGT enfrenta el desafío de representar a una base trabajadora golpeada por la caída del salario real y el aumento del desempleo. "Será difícil que la próxima conducción no se enfrente al Gobierno", advirtió el historiador Marcos Schiavi, subrayando la presión social y política sobre la central obrera.

En este escenario, la CGT deberá definir no solo su liderazgo, sino también su estrategia frente a un gobierno que la percibe como adversaria y una sociedad que demanda respuestas urgentes a la crisis laboral.