La relación entre el presidente Javier Milei y los gobernadores provinciales se encuentra en su punto más tenso desde el inicio de la gestión libertaria. La reciente aprobación en el Senado de una serie de leyes que el Gobierno considera contrarias a su objetivo de equilibrio fiscal desató una crisis política de magnitud, con consecuencias aún imprevisibles para la gobernabilidad nacional.

El jueves pasado, la Cámara alta sancionó por amplia mayoría proyectos que incluyen la asignación de fondos para Bahía Blanca, aumentos a jubilados y la prórroga de la moratoria previsional. Estas medidas, impulsadas por un frente transversal de gobernadores y legisladores opositores, fueron interpretadas por la Casa Rosada como un desafío directo a la autoridad presidencial y a la política de déficit cero. Javier Milei respondió con la promesa de vetar toda ley que ponga en riesgo el equilibrio fiscal, advirtiendo que "el equilibrio fiscal no se negocia" y acusando a la "casta política" de intentar sabotear su gestión.

La crisis escaló cuando la vicepresidenta Victoria Villarruel, acusada de "traidora" por sectores del oficialismo tras presidir la sesión del Senado, defendió su accionar y reclamó priorizar la asistencia a los sectores más vulnerables. "Un jubilado no puede esperar y un discapacitado menos. Que ahorren en viajes y en la SIDE", expresó Villarruel, marcando distancia con la línea dura del Ejecutivo.

En paralelo, los gobernadores, tanto aliados como opositores, se unieron en la exigencia de mayor coparticipación y rechazaron la injerencia de La Libertad Avanza en la política local. La ruptura de los acuerdos previos, que garantizaban apoyo parlamentario a cambio de no intervenir en los armados provinciales, profundizó el malestar y la desconfianza. Operadores políticos del oficialismo, como Karina Milei y los hermanos Menem, son señalados como responsables de la escalada de tensiones.

La crisis interna en el Gobierno se agudizó con disputas entre los principales armadores y la pérdida de interlocución válida con los mandatarios provinciales. Mientras tanto, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, intenta recomponer el diálogo, aunque reconoce que la situación es crítica y que la meta inmediata es llegar a las elecciones de octubre sin mayores sobresaltos.

Analistas coinciden en que la gobernabilidad de Milei depende de su capacidad para reconstruir puentes con los gobernadores y superar la desconfianza generalizada que atraviesa al sistema político. El desenlace de esta crisis será clave para el futuro del oficialismo y la estabilidad institucional del país.