El regreso de La Renga a la Ciudad de Buenos Aires, tras ocho años de ausencia, estuvo marcado por una multitudinaria convocatoria y un fuerte operativo de seguridad. El primer show de la serie, realizado en el estadio Tomás A. Ducó, reunió a más de 40.000 fanáticos que celebraron el retorno de la banda a suelo porteño, luego de años de trabas burocráticas y negativas para obtener permisos.

La jornada, sin embargo, no estuvo exenta de incidentes. Antes del inicio del recital, grupos de seguidores sin entrada intentaron forzar los accesos al estadio, arrojando piedras y objetos contundentes. La policía de la Ciudad y la seguridad privada lograron contener la situación, aunque un efectivo resultó herido levemente y debió ser atendido por los servicios médicos del evento. No se registraron detenciones, y el operativo de seguridad, que incluyó más de 1.000 agentes, 10 ambulancias y refuerzos sanitarios, se mantuvo activo durante toda la noche para garantizar la desconcentración del público.

El show comenzó con retraso, pero la banda decidió continuar con su presentación mientras las fuerzas de seguridad despejaban los accesos laterales. Durante dos horas y media, La Renga repasó su discografía, combinando clásicos y temas nuevos, en un ambiente de alta emoción y fervor. El público, mayoritariamente adulto, vivió la noche como una celebración histórica, coreando cada canción y resistiendo el frío invernal.

El regreso de La Renga fue posible gracias al apoyo de otros artistas y a la presión de los fanáticos, que durante años reclamaron la vuelta del grupo a la capital. El estadio Ducó, escenario emblemático para la banda, volvió a ser testigo de su poder de convocatoria y de la mística que la rodea. Las autoridades porteñas confirmaron que los mismos protocolos de seguridad se aplicarán en los próximos shows, previstos para el 1 y 5 de julio, con el objetivo de evitar nuevos incidentes y proteger la integridad del público y los vecinos de Parque Patricios.

El evento no solo marcó un hito para la banda y sus seguidores, sino que también puso en evidencia los desafíos de organizar espectáculos masivos en la ciudad. La resiliencia de La Renga y su público, así como la respuesta de las autoridades, serán clave para el desarrollo de los próximos recitales y para el futuro de los grandes eventos culturales en Buenos Aires.